Contemplar lo pintado: el pecado contra el libero arbitrio

Buona ventura, Caravaggio

Ha visto Caravaggio algo y lo ha pintado, para que también otros lo vean. Una mujer, de mirada sin inocencia, diciendo la ventura a un ingenuo joven. Parece repetirse la historia dentro de la historia. La mujer hace su negocio. El joven es culpable de su ingenuidad, que entiendo aquí viene a ser un pecado contra la propia libertad.

Los Cuatro Amores - C.S Lewis

The Village School - Jan Steen


Para ir cerrando el tema de las publicaciones anteriores propongo el tema de la abdicación y el dejar que los demás crezcan, referido en el Cap. III - "El Afecto", del libro que arriba mencionamos. He aquí algunos fragmentos para ustedes:


La decisión misma de dar es poner a quien recibe en una situación tal que ya no necesite lo que le damos: alimentamos a los niños para que pronto sean capaces de alimentarse a sí mismos; les enseñamos para que pronto dejen de necesitar nuestras enseñanzas. Así pues, a este amor-dádiva le está encomendada una dura tarea: tiene que trabajar hacia su propia abdicación; tenemos que aspirar a no ser imprescindibles. El momento en que podamos decir «Ya no me necesitan» debería ser nuestra recompensa; pero el instinto, simplemente por su propia naturaleza, no es capaz de cumplir esa norma. El instinto desea el bien de su objeto, pero no solamente eso, sino también el bien que él mismo puede dar. Tiene que aparecer un amor mucho más elevado -un amor que desee el bien del objeto como tal, cualquiera que sea la fuente de donde provenga el bien- y ayudar o dominar al instinto antes de que pueda abdicar; y muchas veces lo hace, por supuesto. Pero cuando eso no ocurre, la voraz necesidad de que a uno le necesiten se saciará, ya sea manteniendo como necesitados a sus objetos o inventando para ellos necesidades imaginarias; lo hará despiadadamente en cuanto que piensa (en cierto sentido con razón) que es un amor-dádiva y que, por lo tanto, se considera a sí mismo «generoso». No solamente las madres pueden actuar así. Todos los demás afectos que necesitan que se les necesite -ya sea como consecuencia del instinto de progenitores, o porque se trate de tareas semejantes- pueden caer en el mismo hoyo; el afecto del protector por su protégé es uno de ellos.

Particularmente, este lo cito pensando en mí. Como alguien dijo: Ojalá que ustedes puedan llegar, a donde yo no lo he hecho...

[…] Mi profesión -la de profesor universitario- es en este sentido muy peligrosa: por poco buenos que seamos, siempre tenemos que estar trabajando con la vista puesta en el momento en que nuestros alumnos estén preparados para convertirse en nuestros críticos y rivales. Deberíamos sentirnos felices cuando llega ese momento, como el maestro de esgrima se alegra cuando su alumno puede ya «tocarle» y desarmarle. Y muchos lo están; pero no todos.

El Amor y Nosotros

Las tres gracias - Peter Paul Rubens


PLATÓN El Banquete [fragmentos].

"Todos aplaudieron el pensamiento, y le invitaron a que entrara en materia.

Eriximaco repuso entonces: comenzaré por este verso de la Melanipa de Eurípides: este discurso no es mío sino de Fedro. Porque Fedro me dijo continuamente, con una especie de indignación: ¡Oh Eriximaco!, ¿no es cosa extraña, que de tantos poetas que han hecho himnos y cánticos en honor de la mayor parte de los dioses, ninguno haya hecho el elogio del Amor, que sin embargo es un gran dios? Mira lo que hacen los sofistas que son entendidos; componen todos los días grandes discursos en prosa en alabanza de Hércules y los demás semidioses; testigo el famoso Prodico, y esto no es sorprendente. He visto un libro, que tenía por título el elogio de la sal, donde el sabio autor exageraba las maravillosas cualidades de la sal y los grandes servicios que presta al hombre. En una palabra, apenas encontrarás cosa que no haya tenido su panegírico. ¿En qué consiste que en medio de este furor de alabanzas universales, nadie hasta ahora ha emprendido el celebrar dignamente al Amor, y que se haya olvidado dios tan grande como este? Yo, continuó Eriximaco, apruebo la indignación de Fedro. Quiero pagar mi tributo al Amor, y hacérmele favorable. Me parece, al mismo tiempo, que cuadraría muy bien a una sociedad como la nuestra honrar a este dios. Si esto os place, no hay que buscar otro asunto para la conversación. Cada uno improvisará lo mejor que pueda un discurso en alabanza del Amor. Correrá la voz de izquierda a derecha".

De tantas cosas vanas se habla hoy día. Cosas superfluas se imponen en nuestras conversaciones e invaden nuestros oídos. Y el resultado es terrible: llenan nuestras mentes palabras que vacían ideas. Una idea que circula bastante vacua en la cotidianeidad es la referida al amor. Recordando la propuesta de uno de los comensales del banquete en casa de Agaton, sería bueno reflexionar un poco sobre el tema propuesto por Eriximaco.

"En cuanto a mí, honro todo lo que a él se refiere, le hago objeto de un culto muy particular, le recomiendo a los demás, y en este mismo momento acabo de celebrar, lo mejor que he podido, como constantemente lo estoy haciendo, el poder y la fuerza del Amor".
Sobre esto... ¿Quién toma la palabra?

Los Cuatro Amores - C.S Lewis

Giges en la alcoba del rey Candaulo o Venere sdralata - Francesco Furini
[Museo Castagnino, Rosario ARG]


Para cerrar y para empezar la semana, me permito aquí citar desornedamente algunos textos del Cap. IV -"Sobre la Amistad"; del libro arriba mencionado. Recomiendo su lectura. Espero que lo disfruten.

Pág. 83
La amistad es innecesaria, como la filosofía, como el arte, como el universo mismo, porque Dios no necesitaba crear. No tiene valor de supervivencia; más bien es una de esas cosas que le dan valor a la supervivencia.

Pág. 77-78
La amistad surge fuera del mero compañerismo cuando dos o más compañeros descubren que tienen en común algunas ideas o intereses o simplemente algunos gustos que los demás no comparten y que hasta ese momento cada uno pensaba que era su propio y único tesoro, o su cruz. La típica expresión para iniciar una amistad puede ser algo así: «¿Cómo, tú también? Yo pensaba ser el único».
Podemos imaginar que entre aquellos primitivos cazadores y guerreros, algunos individuos -¿uno en un siglo, uno en mil años?- vieron algo que los otros no veían, vieron que el venado era a la vez hermoso y comestible, que la caza era divertida y a la vez necesaria, soñaron que sus dioses quizá fueran no sólo poderosos sino también sagrados. Pero si cada una de esas perspicaces personas muere sin encontrar un alma afín, nada, supongo yo, se sacará de provecho: ni en el arte ni en el deporte ni en la religión nacerá nada nuevo. Cuando dos personas como ésas se descubren una a otra, cuando, aun en medio de enormes dificultades y tartamudeos semiarticulados, o bien con una rapidez de comprensión mutua que nos podría asombrar por lo vertiginosa, comparten su visión común, entonces nace la amistad. E, inmediatamente, esas dos personas están juntas en medio de una inmensa soledad.
Los enamorados buscan la intimidad. Los amigos encuentran esta soledad en torno a ellos, lo quieran o no; es esa barrera entre ellos y la multitud, y desearían reducirla; se alegrarían de encontrar a un tercero.En nuestro tiempo, la amistad surge de la misma manera. Para nosotros, desde luego, la misma actividad compartida -y, por tanto, el compañerismo que da lugar a la amistad-, no será muchas veces física, como la caza y la guerra; pero puede ser la religión común, estudios comunes, una profesión común, e incluso un pasatiempo común. Todos los que compartan esa actividad serán compañeros nuestros; pero uno o dos o tres que comparten algo no serán por eso amigos nuestros. En este tipo de amor -como decía Emerson-, el «¿Me amas?» significa «¿Ves tú la misma verdad que veo yo?». O, por lo menos, «¿Te interesa?» La persona que está de acuerdo con nosotros en que un determinado problema, casi ignorado por otros, es de gran importancia puede ser amigo nuestro; no es necesario que esté de acuerdo con nosotros en la solución.

Pág. 101-102
Un secreto Maestro de Ceremonias ha entrado en acción. Cristo, que dijo a sus discípulos «Vosotros no me habéis elegido a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros», puede realmente decir a cada grupo de amigos cristianos: «Vosotros no os habéis elegido unos a otros, sino que Yo os he elegido a unos para otros». La amistad no es una recompensa por nuestra capacidad de elegir y por nuestro buen gusto de encontrarnos unos a otros, es el instrumento mediante el cual Dios revela a cada uno las bellezas de todos los demás, que no son mayores que las bellezas de miles de otros hombres; por medio de la amistad Dios nos abre los ojos ante ellas. Como todas las bellezas, éstas proceden de Él, y luego, en una buena amistad, las acrecienta por medio de la amistad misma, de modo que éste es su instrumento tanto para crear una amistad como para hacer que se manifieste. En este festín es Él quien ha preparado la mesa y elegido a los invitados. Es Él, nos atrevemos a esperar, quien a veces preside, y siempre tendría que poder hacerlo. No somos nada sin nuestro Huésped.
No se trata de participar en el festín siempre de una manera solemne. «Dios, que hizo la saludable risa», lo prohíbe. Una de las más exquisitas y difíciles sutilezas de la vida es reconocer profundamente que ciertas cosas son serias y, con todo, conservar el poder y la voluntad de tratarlas a menudo de manera ligera, como en un juego. Pero tendremos tiempo de decir algo más sobre esto en el próximo capítulo. Por ahora, sólo citaré aquel consejo tan bellamente equilibrado de Dunbar:

Hombre, complace a tu Hacedor y está contento,
y que el mundo entero te importe un comino.

Tres temas. Filosofar. Felicidad. Amistad.

La scuola di Atene - Raffaello Sanzio
[Musei Vaticani, Città del Vaticano, CV]


EPICURO; Carta a Meneceo [fragmentos].
Cuando se es joven, no hay que vacilar en filosofar, y cuando se es viejo, no hay que cansarse de filosofar. Porque nadie es demasiado joven o demasiado viejo para cuidar su alma. Aquel que dice que la hora de filosofar aún no ha llegado, o que ha pasado ya, se parece al que dijese que no ha llegado aún el momento de ser feliz, o que ya ha pasado. Así pues, es necesario filosofar cuando se es joven y cuando se es viejo: en el segundo caso para rejuvenecerse con el recuerdo de los bienes pasado, y en el primer caso para ser, aún siendo joven, tan intrépido como un viejo ante el porvenir. Por tanto hay que estudiar los medios de alcanzar la felicidad, porque, cuando la tenemos, lo tenemos todo, y cuando no la tenemos lo hacemos todo para conseguirla.
Por consiguiente, medita y practica las enseñanzas que constantemente te he dado, pensando que son los principios de una vida bella. […]
Medita estas cosas y las que son del mismo género, medítalas día noche, tú solo y con un amigo semejante a ti. Así nunca sentirás inquietud ni en tus sueños, ni en tus vigilias, y vivirás entre los hombres como un dios. Porque el hombre que vive en medio de los bienes inmortales ya no tiene nada que se parezca a un mortal.
Decíamos del filósofo y del filosofar. Este es un buen consejo que abre, al menos, otros dos temas interesantes: el de la felicidad y el de la amistad.

Una causa y un sentido.


Amandelbloesem - Vincent van Gogh


Escribe Antonin Sertillanges en Las Fuentes de la Creencia en Dios:

Procuremos no dejarnos turbar por las palabras altisonantes y las apariencias imponentes. El universo entero no pasa, en el fondo, de ser un juguete admirable y frágil. Tengo derecho a examinar sus resortes y tengo derecho a preguntar cuál es el constructor que lo ha producido y puesto en marcha.

¡La causa! ¡La causa! ¡La causa! Este es el grito de la inteligencia frente al gran problema. Con la mente y las manos llamamos a la puerta de la verdad eterna, y no es con palabras, no es diciéndonos: “El mundo existe, y esto basta”, o: “El mundo tienen una existencia necesaria”; no es respondiéndonos esto como se impondrá silencio a nuestras preguntas. Que el mundo existe, lo veo muy bien; pero me interesa saber por qué existe. Si me dicen que existe necesariamente, insistiré preguntando de qué necesidad se trata. Cuando pregunto por qué se levanta el sol, me dicen también: es por necesidad; pero me dan la razón de ella, y si no me la diesen, sería con ofensa de la ciencia. Asimismo, al tratarse del mundo, si se le proclama necesario sin decir por qué, la razón queda ofendida y menospreciada.

Una causa y un sentido. En las inteligencias y en el mundo. ¿No serán lo que falta? O tal vez ya no importen…

La vuelta a "la escuela"...

Ha pasado tiempo desde que el insegne profesor me lo sugirió. Dije que sí, pero fue no. Hoy, mi estimado fellow, me propongo volver a "la escuela" aquella de Atenas. Quienes quieran asistir, estan invitados.