Filosofía: Consolación y sentido de vida


Allegoria della Filosofia - Giacinto Brandi
[Colección privada]


Y acá voy saliendo, de a poco, de aquella noche oscura en la que olvidé lo bueno que es la Filosofía. Y los modos en que la soñé para mí; o que Ella me soñó para sí. Y la medida de su relación.
Nos habla a todos otra vez hoy...

«¿No me conoces? ¿Por qué ese silencio? ¿Es la vergüenza o es el estupor lo que te hace callar? ¡Ojalá fuese la vergüenza! Pero no, ya veo que te anonada el estupor».

Parece decirme... ¡Cuánto tiempo ha pasado! E insiste:
«No hay peligro; es sólo un letargo lo que sufre, la enfermedad de todos los desengañados». Dirigiéndose no sé a quién: «“Ha perdido momentáneamente la consciencia; no le será difícil recobrarla, si llega a reconocerme. Para que pueda conseguirlo voy enseguida a limpiar sus ojos, oscurecidos por la nube de cosas terrenales”. Dijo, y con un pliegue de su vestidura enjugó mis ojos bañados en llanto».

«Así, pues, volví mis ojos para fijarme en ella, y vi que no era otra sino mi antigua nodriza, la que desde mi juventud me había recibido en su casa, la misma Filosofía.
–¿Y cómo -le dije- tú, maestra de todas las virtudes, has abandonado las alturas donde moras en el cielo, para venir a esta soledad de mi destierro? ¿Acaso para ser también, como yo, perseguida por acusaciones sin fundamento?

–¿Podría yo -me respondió- dejarte solo a ti que eres mi hijo, sin participar en tus dolores, sin ayudarte a llevar la carga que la envidia por odio de mi nombre ha acumulado sobre tus débiles hombros? No, la Filosofía no podía consentir quedara solo en su camino el inocente; ¿iba yo a temer ser acusada?; ¿iba yo a temblar de espanto, como si hubiera de suceder lo nunca visto? ¿Crees que sea ésta la primera vez que una sociedad depravada pone a prueba la sabiduría?»*.


* La consolación de la Filosofía, Boecio
Libro de finales del s. IV y principios del s. V d.C.

[Fragmentos de la traducción del Latín por Pablo Masa,
Ed. Perdidas, Retamar-Almería 2005]

Contemplar lo pintado: Abdicar. Cuando uno abdica.

Saturno devorando a un hijo - Francisco de Goya
[Museo del Prado, Madrid - ESP]


Pasó mucho tiempo desde la última vez. Y hoy, en un día nublado, y tras una larga noche oscura, me recordé de esto, que sería algo así como... un no sé qué; sencillamente un algo. De lo que abdiqué, o no. Tal vez fue un descanso. O un letargo del que me despertó una gran persona, al decirme con sencillez "¿qué pasó con aquello de...?". Curiosamente me olvidé.

Olvidar y abdicar...

Siempre viajando, viviendo en nuevas ciudades y aprendiendo nuevas lenguas, me pregunté: ¿Hasta cuándo? Y además, ¿qué pasaría cuando uno abdica?

Abdicar. Ésta vez el juego es inverso: lo pintado nos contempla. Y nos refleja. Me acordé de la última vez que estuve en Madrid, en el Prado. Y así intenté explicarme lo sucedido...

En Saturno estamos nosotros. Y también estamos nosotros en sus manos. Es el hombre que devora al hombre. Pero no es el “hombre que devora” en un sentido abstracto, ni somos nosotros “el hombre devorado” bajo un aspecto victimario-referencial. Como si el otro, los otros, nos devorasen a nosotros. En la mitológica escena que pintó Goya, somos nosotros el devorador y el devorado. Sí señor. Y no estoy hablando de canibalismo, ni siquiera de antropofagia. Hablo de una especie de autodestrucción. Hablo de fagocitar no sólo como pronominal, sino que también como exclusivo de la primera del singular…

Tengo para mí que Saturno abdicó dos veces. Al principio y al final. Al principio de lo que era hasta entonces, y al final de lo fue a partir de aquel momento.

Tal vez soy injusto y en Saturno no estén todos, o algunos de ustedes. Saturno soy yo; que soy capaz de destruirme a mí mismo y de perderme, en un sentido metafísico. Todo por el poder, transitorio y transitivo. Aunque, todavía no puedo hablar del poder. Es algo muy espiritual.

¿De qué cosas abdico cuando abdico? ¿Por qué cosas me destruyo? ¿Cuáles son las que me consumen? ¿Qué me devolverá la dignidad? ¿Quién logrará vencerme? ¿Quién me dará lo que yo era antes de que yo mismo me lo quite?

Disculpen mi sinceridad: éste de Goya debe ser uno de los mejores espejos al óleo…