Momentos: las flores de una vida

Venere e Adone - Tiziano
[Galleria Nazionale d'Arte Antica, Palazzo Barberini, Roma - ITA]

De cuantas maltrechas heridas nacen maravillosas flores, imposible contarlas, inenarrables.

Hay una parte en cada historia que corresponde sólo a los espectadores. Como la interpretación, o la renovación estética de aquellos momentos. Mientras las flores, llena de vida y frutos del dolor, solamente a los protagonistas.

Tomar decisiones, no es escapar a nada; mucho menos prever. Es tan sólo ejercitarse, un poner en acto cierta fidelidad a uno mismo. Sin importar lo que vendrá.

Tomando decisiones no escapamos a un destino. Todo lo contrario, nos acercamos cada vez más a nosotros mismos.

No lo escribió Ovidio. Lo pintó Tiziano.

Entre una decisión y otra hay un determinado tiempo, que no es otra cosa más que vida. Vida y dolores; decisiones y flores.

"Discurre ocultamente y engaña la volátil edad,
y nada hay más veloz que los años"*.

 Hola y chau. Un adiós y la bienvenida. Momentos.

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*Ovidio, Las metamorfosis, X, 518-519.

Rutina y torpeza del amor

Amor sacro e amor profano - Tiziano
[Galleria Borghese, Roma - ITA]

"Rutina y torpeza del amor", así se llama el séptimo capítulo del "Tratado del buen amor", de Mario José Petit de Murat, O.P. No digo más nada, ni me extiendo en introducciones; aquí un extracto:

Lo que nos embroma es que por acostumbramiento no apreciamos ninguno de los grandes bienes cuando son constantes. Lo perfecto no está en la frecuentación de las cosas, sino en la intensidad con que se las practica.
La pasión está fundada en la sorpresa: ve un algo y luego va cayendo a medida que se produce el acostumbramiento. El amor, en cambio, va “in crescendo”. Por eso el verdadero noviazgo debe comenzar en la amistad, y luego ir perfeccionándola.
Hoy es un siglo de sorpresas, no de admiraciones.
La admiración no está reñida con el discurso, con el razonamiento. La sorpresa es algo insólito quese nos presenta, nos toca, y luego decae.
La sorpresa lleva al acostumbramiento y al hastío. En cambio, en la admiración, aunque sea por años, siempre es nueva.
¡El hombre sumergido en costumbres es un muerto! ¡Es tremendo! Es como aquel que ha tenido una esposa y jamás la vio.
El hombre que haya “escuchado” por cinco minutos algo ya sale del plomo letal de la costumbre.
¡Y esto sí que es importante y pone a prueba el matrimonio!
Ya ven cómo el matrimonio no se puede fundar nada más que en el descubrimiento del otro, y un descubrimiento que siempre será nuevo si comienza así, en un encuentro real del otro.
Y de ahí que pueda ser indisoluble, porque todos los días es nuevo.
¿Y esta no es la tragedia de todos los días?
Esta chica, que porque se casó cree que tiene marido. Se ríen ustedes, pero es una tragedia.
Y este muchacho, que porque se casó cree que tiene mujer. Así que nuestra vida es una tensión constante.
Tengo que estar alcanzando todos los días las cosas que poseo; todos los días, y si no, no poseo nunca nada.
Y ahí ven ustedes la contraposición tremenda entre hábito y costumbre: La virtud te hace descubrir las cosas todos los días.
Les voy a decir la última paradoja: La castidad te hace descubrir a la mujer todos los días en su frescura original.
¿Se dan cuenta las paradojas de la vida humana?
Hay que ser joven todos los días. Hay que empezar de nuevo todos los días.
¡Oh tú, que tienes novia, nunca la tienes! Ocúpate de descubrirla todos los días. 
Y tú que tienes novio, nunca seas sobradora y creas que lo conoces del todo, hijita, ¡nunca jamás!
Tenemos que cuidar la forma, el modo y el fin.
No sólo el fin, de cualquier manera; y hoy está horriblemente descuidado el modo, y voy a dar una clase de buena educación.
Al final de cuentas, poner el modo perfecto en las cosas, es buena educación. Y tenía una gran razón aquel benedictino que decía: “Por la buena educación las virtudes se hacen más bellas y los defectos más tolerables”.

Mucho de lo que aquí se cuenta no me toca, precisamente, de cerca. Pero el relato me pareció estupendo. Estaré, estaremos, de acuerdo, o no, en algunas cosas. Lo cierto es que me hizo pensar. Sobre lo que relata, y sobre la vida y el amor humano. A veces sacro y otras profano. Uno y otro modo, siempre contrapuestos. ¿O son dos modos de amar? ¿... y de vivir? ¡Ah! Las contradicciones... ¡Y las paradojas!