Saturno devorando a un hijo - Francisco de Goya [Museo del Prado, Madrid - ESP] |
Pasó mucho tiempo desde la última vez. Y hoy, en un día nublado, y tras una larga noche oscura, me recordé de esto, que sería algo así como... un no sé qué; sencillamente un algo. De lo que abdiqué, o no. Tal vez fue un descanso. O un letargo del que me despertó una gran persona, al decirme con sencillez "¿qué pasó con aquello de...?". Curiosamente me olvidé.
Olvidar y abdicar...
Siempre viajando, viviendo en nuevas ciudades y aprendiendo nuevas lenguas, me pregunté: ¿Hasta cuándo? Y además, ¿qué pasaría cuando uno abdica?
Olvidar y abdicar...
Siempre viajando, viviendo en nuevas ciudades y aprendiendo nuevas lenguas, me pregunté: ¿Hasta cuándo? Y además, ¿qué pasaría cuando uno abdica?
Abdicar. Ésta vez el juego es
inverso: lo pintado nos contempla. Y nos refleja. Me acordé de la última vez que estuve en Madrid, en el Prado. Y así intenté explicarme lo sucedido...
En Saturno estamos nosotros. Y
también estamos nosotros en sus manos. Es el hombre que devora al hombre. Pero
no es el “hombre que devora” en un sentido abstracto, ni somos nosotros “el
hombre devorado” bajo un aspecto victimario-referencial. Como si el otro, los
otros, nos devorasen a nosotros. En la mitológica escena que pintó Goya, somos
nosotros el devorador y el devorado. Sí señor. Y no estoy hablando de
canibalismo, ni siquiera de antropofagia. Hablo de una especie de
autodestrucción. Hablo de fagocitar no sólo como pronominal, sino que también como exclusivo de
la primera del singular…
Tengo para mí que Saturno abdicó dos veces. Al
principio y al final. Al principio de lo que era hasta entonces, y al final de
lo fue a partir de aquel momento.
Tal vez soy injusto y en
Saturno no estén todos, o algunos de ustedes. Saturno soy yo; que soy capaz de
destruirme a mí mismo y de perderme, en un sentido metafísico. Todo por el
poder, transitorio y transitivo. Aunque, todavía
no puedo hablar del poder. Es algo
muy espiritual.
¿De qué cosas abdico cuando
abdico? ¿Por qué cosas me destruyo? ¿Cuáles son las que me consumen? ¿Qué me devolverá la dignidad? ¿Quién logrará vencerme?
¿Quién me dará lo que yo era antes de que yo mismo me lo quite?
Disculpen mi sinceridad: éste de Goya debe ser uno de los
mejores espejos al óleo…
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