Todo tiene que ver con Todo

Camareras - Mijaíl Lariónov
[Galería Estatal Tretiakov, Moscú - RUS]


“El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es”.
Albert Camus.

Lo que nos viene preocupando se llama Ética [1]. Y podría alguien lícitamente preguntarse: “¿Y qué tiene que ver la Ética con el hombre?”, refiriéndose a la citación que inaugura el divague. La respuesta es sencilla, y tal vez, a primera vista, no tan evidente: Todo.

Dice Aristóteles del alma que está en todo y toda en cada una de sus partes. Dice el filósofo A. Millán-Puelles que la Filosofía toda está en todo, y toda en cada una de sus partes; y en la Metafísica está la Ética y en la Ética la Metafísica. 

Y podría esa misma persona preguntarse ahora, en medio de una inexplicable -o tal vez no- confusión mental: “¿Y qué tiene que ver la Metafísica, el alma, Aristóteles y ese español conmigo, el tema anterior y ... [completar a gusto]?”. Superando el temor de ser reiterativos -y siendo efectivamente reiterativos- diremos: Todo.

“Puesto que una Ética que no tuviese en cuenta la naturaleza humana, el ser mismo del hombre sería una ética utópica, superetérea, vagorosa, sin raíces en la realidad” [2].

Y concedámonos el beneficio de suponer que esta persona continúa inquiriéndonos, dirá ahora: “¿Y qué tiene que ver todo esto con la frase citada de Camus?”. Adivine usted, carísimo lector, cuál será nuestra respuesta. Sí: Todo. ¿Está ya nervioso? ¿Irritado? ¿Simplemente disgustado? ¿O habremos, tal vez, despertado en su fecundísima inteligencia alguna inquietud? ¿Se sentiría más cómodo si empezásemos a explicar algunas cosas? Ciertamente dirá usted: “No, no algunas cosas. Quiero que me explique Todo”. Pues bien ya que es éste su deseo, y es esa nuestra tarea, unimos voluntades e inteligencias y hagamos algo…

El hombre tiene una naturaleza, y es capaz con sus hechos de afirmarla o negarla. Tiene un ser y puede actuar libremente frente a él. Es decir, puede obrar conforme o disconforme con su ser, su naturaleza. Diré entonces que con mi comportamiento soy coherente (humano) o incoherente (inhumano) con mi propio ser, según mi propio ser. ¿Por qué podemos decir esto? Precisamente porque el hombre tiene naturaleza. Por esto mismo, cuando obremos conforme a nuestra naturaleza humana estaremos libremente afirmando nuestro ser. Y cuando obremos en contra de nuestra naturaleza humana estaremos, en consecuencia, negando nuestro ser. Concluiremos entonces, parcialmente, que el comportamiento éticamente recto es una libre afirmación de nuestro ser, no teórica, sino práctica. Mi comportamiento calificable de un modo ético o moral es un comportamiento tal que, o con él libremente soy coherente con mi propio ser de hombre o, por el contrario, me comporto de una manera inhumana, incoherente con las exigencias de mi propio ser de hombre.

¿Y no podríamos acaso decir, que el hombre no tiene ninguna naturaleza, sino más bien que la va haciendo durante su vida? Es una buena observación. Pero insuficiente. El hombre, en tanto que ser humano limitado, inmerso en la historia y sujeto a todo tipo de corrupciones, no se da a sí mismo el ser, sino que una vez implantado en el ser, se va configurando desde la realidad propia del ser humano. Para mí sería mejor decir que me construyo, “me hago a mí mismo”, merced de mi libertad sobre la base de lo que ya soy: precisamente un hombre, y no otra cosa.

Y así como me afirmo libremente, libremente puedo negarme. ¿Puedo realmente negarme? ¿Puede efectivamente el hombre negar su ser en el sentido de aniquilarlo? Partiendo de la experiencia nos encontramos con dos sucesos, observables, de irrefutable valor argumentativo: el suicidio y los hechos. Cuando alguien conscientemente planea suicidarse manifiesta una cierta tendencia a la aniquilación. Podrá decir: “yo no soy”, y en cuanto afirmación teórica es válida; disparatada, irrealizable, pero teórica. El hecho de decir “No soy” no implica realmente que yo no sea. Puedo decirlo una y mil veces, sin embargo sigo siendo lo que soy aunque no quiera serlo. No sucede así con el suicidio: éste es evidentemente un tipo de negación del ser, mediante la supresión voluntaria de la existencia. El segundo ejemplo que poníamos era el de los hechos: podemos desmentir nuestra índole humana, negar nuestro ser, con hechos. Y actuar así es lo que comúnmente se llama actuar contra natura. Ahora bien, este actuar contra naturam (contra la naturaleza) puede darse de dos maneras: en uno mismo, en otro hombre. ¿Un ejemplo? La tortura. Decimos que torturar a otra persona es inhumano. ¿Qué es, pues, lo inhumano? Respondemos en oración, tal como nos enseñara nuestra seño de primaria: Lo inhumano es la negación práctica de lo humano.

“En este mal trato –la tortura– el hombre niega su propio ser desentendiéndose de la identidad específica que ese otro hombre tiene con él. Y la niega no en el sentido que la niegue teóricamente en el otro. No: considera que el otro es hombre también (si considerara que es una piedra no cometería ninguna falta moral). Considera que es hombre también, y sin embargo, lo maltrata. Justo en ese maltrato hay un comportarse inhumanamente, un atentar contra la naturaleza humana que le es común, compartida” [3].

Por todo lo cual podemos decir que toda conducta inmoral es una degradación del ser del hombre. En el fondo lo reprochable de las conductas inmorales es la negación de la propia naturaleza humana. Y por esto es importantísima la Antropología. Si no conocemos lo que el hombre es en su esencia, no quede duda que lo negaremos con nuestras obras en suexistencia. Contrariamente, toda conducta moralmente correcta es una libre afirmación de nuestro ser de hombres, una afirmación práctica. O me comporto humanamente y corroboro que soy un hombre, o no lo hago, y con mis obras niego lo que soy.

Tal vez ahora entendamos un poco más a Camus. Por cierto: ¿Qué es el hombre?

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NOTAS.
[1] Toda la reflexión que aquí he hecho, la he seguido del texto “Ética y Realismo”, A. Millán-Puelles, Rialp, Madrid, 1996. Todas las notas y citas destacadas pertenecen al mismo.
[2] Millán-Puelles, Antonio; p. 15 ss. 1996.
[3] Ibid., pp. 18 y ss.

4 comentarios:

  1. Esta publicación, en otra red social la calificaría con un simplemente #megusta, pero al tener la posibilidad de opinar al respecto, digo:
    - No estudie filosofía, menos aún a los citados, sólo atisbo a conocer alguno de sus pensamientos.
    - Reflexión muy atinada. Actualmente vivimos inmersos en cuestiones "deshumanizantes", queriendo ir en contra de nuestra propia naturaleza de hombre. Queriendo mirar la verdad desde otro lugar, como si fuera posible abstraernos de nuestra naturaleza, para luego volver a ella con nuevos paradigmas.
    - Incoherencia... abunda! Elegimos ser inhumanos hasta en las más simples situaciones de la vida. Queremos "no ser" porque aparenta ser simple, porque buscamos "distinguirnos" del otro, también hombre, y al intentar separarnos sólo afirmamos nuestra condición/naturaleza humana, finita, terrena.
    Al actuar "inhumanamente" confirmamos la misma naturaleza de la que renegamos. Sólo aceptar la propia naturaleza nos permite trascender... Es necesario conocer profundamente la parte para que al final descubramos el Todo.
    - Mis disculpas a los catedráticos lectores de este blog, quizás afirmé graves errores, pero, a mi modo, también busco comprender la naturaleza de mi ser "hombre". Percibir mi esencia, aunque sea a tientas... Creo fervientemente que llegará el día en que la luz aclarará mis tinieblas...

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  2. Comienzo preguntándome sobre la antropología filosófica la cual es la que se ocupa de responder a esa pregunta ¿Qué es el hombre?
    Pienso también en la ética en el obrar humano o las acciones del hombre.
    Entonces me pregunto ¿Cómo tengo que comportarme? ¿Que debo hacer de mi vida? ¿Como ha de ser mi conducta conmigo mismo y con los demás?
    Esto me lleva pensar y mirar al hombre.
    El hombre es creación de Dios, quien lo ha hecho a su imagen y semejanzas, por lo cual ocupa un lugar privilegiado en la creación.
    Por lo tanto es el único ser que se va superando, proyectando y planificando.
    El hombre a partir de lo que es, se proyecta hacia lo que no es aún y desea ser, está impulsado a construirse a sí mismo, a ser el mismo con los otros, por lo tanto necesita de sus semejantes no solo en los actos vitales, sino también para configurarse como individuo, es un ser social.
    Es capaz de mirar dentro de sí mismo, de interrogarse y elaborar respuestas; es un ser que razona, es espiritual, no hay ser humano que no crea en un ser superior, es mente y vida.
    Cada hombre tiene en su interior la sed del infinito.
    “Señor, nos has hecho para tí y nuestro corazón está inquieto mientras no repose en ti” San Agustín.
    Por eso el hombre es libre para amar, dándose libertad para hablar y trabajando en la construcción del mundo, como un espacio habitable y digno.


    Después de haber leído el texto de Albert Camus, resulta difícil pensar y tener que dar una respuesta, mirarse y ordenar la mente, cuesta mucho más, me gustó mucho el texto.
    ¡Gracias Nicolás!

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  3. Pero, ¿No está en la naturaleza humana ser/hacer lo incorrecto? (O sea lo inhumano, negar la naturaleza humana) Porque si TODOS lo hacemos, entonces ¿Es una característica del humano negarse a ser lo que es?

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  4. ¿Quid est homo?

    MARIANAM MARTHAMQUE RESPONDEO
    Es evidente que lo que toma importancia siempre es el “tema del hombre”: en su ser y su hacer, su naturaleza, su origen y su destino. El hombre como totalidad y como unidad. Sin lugar a dudas hay que tomar posturas, hay que tener ideas claras a este respecto. Y después dialogar y confrontar. Algunas ideas las podremos explicar mejor. Pero es en el diálogo donde se mide la firmeza de nuestra postura, y en el confrontar se verá al menos cuál es más coherente. En ciertos momentos la coherencia pone el punto final a interminables divagues; o al menos debería ponerlos.

    A veces no sé si estoy lo suficientemente preparado para mostrar la coherencia de mis posturas. Gracias por sus comentarios.

    RESPONDEO SAMANTHAM
    No lo sé si una característica, en cuanto referido al carácter (que es siempre personal, de una tal persona). Tal vez sí. Una tendencia, seguro.

    Si está en la naturaleza humana esta tendencia, y al mismo tiempo hay una exactamente contraria, por ejemplo, a hacer el bien podemos decir que hay siempre una tensión entre una y otra. Por la sencilla razón que no se pueden hacer las dos al mismo tiempo (otro tema es el “doble efecto”).

    Ahora si está como tendencia y que todos lo hagan no significa que esté bien; y que lo hagan unos pocos no vendría a significar que esté mal. ¿O sí? Cosa dici?

    ET SAMANTHAM ET MARIANAM ET MARTHAM DICO VEL ROGO
    Otras preguntas podrían ser: ¿Por qué decidir por una sobre la otra? ¿Por qué una me daría más paz (a veces también placer, pero no siempre) que la otra? ¿Por qué una me producirá más vergüenza (a veces también placer, pero no siempre) que la otra? ¿Qué nos humaniza y qué me deshumaniza?

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