Esperar y desesperar

Sitzende Frau - Pablo Picasso
[Pinakothek der Moderne, München - DE] 

Cuando la desesperación sobreviene, se pierde el sentido. Se olvida el pasado, se obscurece el futuro. Todo el presente es confusión. Confusión de todas las cosas. Del pasado, y del futuro.

Cuando la desesperación sobreviene, se olvida el propio nombre. Se olvidan los hechos que nos trajeron hasta el aquí del hoy. Se diluyen las metas que fijamos para lograr más adelante.

Cuando viene la desesperación, es porque estamos frente a una gran decisión. Que ya hemos tomado. O hemos de tomar. Viene justamente, porque sabemos las dimensiones de lo que emprenderemos. Y nos parecen no ser suficientes nuestras fuerzas. O nuestras capacidades. 

Viene la desesperación porque lo que hay, en definitiva, es falta de seguridad; nos falta la confianza.

La confianza en nosotros mismos, por supuesto. Quien se conoce, quien es sabedor de sus propios límites, verá constantemente el jaqueo de sus facultades, de sus intenciones. La vida, y la infinidad de posibilidades que le son ínsitas, pueden cambiar cualquier plan en menos de un segundo, y así porque sí.

Cada vez que tomo una decisión, me sobreviene esta sensación de desesperación. Es una tentación, que me acecha. Es como el efecto de una cierta fuerza oculta que “tira para atrás”. Hay un miedo al fracaso. Y terror a frustrarse.

¿Cómo evadir estas situaciones? ¿En qué medida ayudan al crecimiento? ¿Es bueno desatenderlas? Sabiendo quién soy, ¿es suficiente confiar en mí mismo? Y cuando soy yo mismo el que desespera, ¿en quién confiar?

¿En quién esperar, cuando la desesperación sobreviene?

No hay comentarios:

Publicar un comentario